El llanto del guardia civil

Hasta ahora habíamos visto a viudas dobladas de dolor frente al féretro de sus maridos asesinados por ETA, hijos agarrados a ellas con gesto de no comprender lo que ocurría, familiares que reunían el valor necesario para dar testimonio ante un micrófono de la vida de los fallecidos, políticos con gesto serio y corbata negra, miembros de la Casa Real abrazando a las familias destrozadas, gente aplaudiendo en la calle al paso de un ataud. Pero aún no teníamos la imagen para el recuerdo de lo que siente un guardia civil cuando los terroristas se ceban con su Cuerpo. Ahora, sí. Es la foto ante la que meditamos en los periódicos de ayer de ese guardia civil grandullón, de aspecto recio, al que parece que alguna vez vimos dándonos el alto en un control de alcoholemia, asomando la cabeza por nuestra ventanilla momentos antes de endosarnos una multa por haber cometido una infracción o tecleando torpemente la denuncia que ponemos porque nos robaron cuando andábamos de vacaciones. El guardia civil, del que no sabemos el nombre, se esconde tras la espalda de un compañero para dejar escapar unas lágrimas de rabia al paso de los féretros de los dos miembros de su Cuerpo asesinados en Calvíá horas después de que ETA hubiera volado por los aires, dejando 56 heridos, la casa cuartel de Burgos. Ajeno al disparo de la cámara, protagoniza la imagen certera del dolor que ETA ha causado cada vez, 208 ya, que ha asesinado a uno de los suyos. Viendo la foto, a todos nosotros no nos queda más remedio que grabarla en la retina y llorar con él. CURRY VALENZUELA ABC