«Ya quisiéramos nosotros estar tan sanos como ella». De esta manera expresaba una de las nueras de Eugenia Martín Castaño el estado de salud de esta centenaria bisabuela, que recientemente cumplió 104 años. Y decimos recientemente porque es difícil concretar su fecha de nacimiento, ya que ni sus propios familiares se ponen de acuerdo. El devenir de la vida a principios de siglo propició cierta dificultad para concretar esta onomástica, si bien optaron por celebrarlo el 13 de noviembre, tal y como figura en algunos documentos oficiales, pero otros, como la partida de bautismo, señalan el día 7 del mismo mes.
De un modo u otro, lo cierto es que el pasado domingo la protagonista de la fiesta era Eugenia, aunque su avanzada edad no le permitió participar en el cumpleaños con la misma energía que su más de medio centenar de familiares directos, entre hijos, nietos y bisnietos, quienes acompañados de sus esposas y maridos se unieron en la casa de Antonio, uno de los vástagos de Eugenia, para celebrar el cumpleaños.
Eugenia nació a principios del pasado siglo en Robledillo de la Vera, donde aún reside. En una casa ubicada en la calle Fuente Vieja, donde vivían sus padres, vino al mundo. «Como se hacía antiguamente, ayudados por los vecinos, porque antes se nacía en las casas, no había hospitales ni nada como ahora», señala Eufemia, una de sus hijas. Junto a ella varios hermanos.
En total son cinco: Julio, Eufemia, Francisco, Antonio y Valeriana, que cuentan con edades comprendidas entre los 80 y los 68 años, además de un sexto que falleció siendo pequeño. Se da la circunstancia que tanto los hijos como su madre continúan residiendo en la población que les vio nacer.
Al igual que millones de españoles, la vida de Eugenia ha estado marcada por el trabajo y el sacrificio, propios de una época en la que era muy difícil sacar una familia adelante, máxime con cinco bocas a las que alimentar. «Más de una vez he tenido que ir a la sierra descalzo, a por leche», rememora Antonio.
Ahora sí, décadas después, recuerdan entre risas las penurias que tuvieron que sufrir, y como desde bien pequeños, con apenas siete u ocho años de edad, ayudaban en las labores agrícolas. «No había más remedio, te tenían que sacar de la escuela para trabajar», lamentan.
En definitiva, más de 104 años de historia, que muchos familiares cuentan desde distintos perspectivas pero con un punto en común, Eugenia, que fue quien les dio la vida.
ELOY GARCÍA
Diario HOY
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