Hace unos tres meses la OIT situaba a España como líder mundial en desempleo. Con una tasa de paro que excede el 24,5%, la situación es mucho más preocupante en el caso de los jóvenes, cuyo índice de desempleo se sitúa ya en el 55%.
Ante este dramático panorama, el Gobierno ha tomado medidas que mejoraran la situación del mercado laboral, medidas que, sin embargo, chocan con las adoptadas para reducir el déficit público, gran hándicap de cumplir, pero exigencia crucial de la Unión Europea.
Ante esta contradicción la población se desespera y juega a las palabras; logrando borrar la desagradable palabra deber de nuestro vocabulario político y social. Parece que los ciudadanos sólo tienen boca para exigir, sin manos para colaborar.
Con estos derechos naturales parecía lo más natural del mundo que un banco benefactor nos prestase dinero sin interés para pagar un piso que nos cedía un promotor filantrópico, o que nos pagaran un sueldecillo aunque no trabajáramos y una pensión jubilar vitalicia sin haber cotizado lo suficiente, y en cualquier caso bastaba tener buenos amigos para percibir subvenciones y comisiones por servicios no prestados, sin contar con viajes gratis, fiestas populares y seguridad social universal, o casi. Entonces, nadie, o muy pocos, se preguntaban de dónde venían esos dineros y si había que devolverlos algún día.
Pero cuando llega el tiempo de las lágrimas, ¿qué podemos hacer? Lo primero, ya lo vemos, echar la culpa a los demás; jugar a las protestas y revoluciones...y jugar a las palabras...Bautizando los privilegios con el nombre de derechos adquiridos y tapando los abusos con la pantalla de costumbres intocables. A los intentos de poner orden los llamamos arbitrariedad; a la decisión, temeridad; a la prudencia, pusilanimidad y, por decirlo de una vez por todas, a la justicia injusticia y a la injusticia justicia.
Así saldremos a las calles protestando contra los ricos y contra los mercados que nos permitieron la holganza y el despilfarro; contra los políticos que en lugar de gobernar rectamente, se aprovecharon del cargo en beneficio propio...y aunque esto ya se sabía desde siempre, antes era mejor callar y mirar para otro lado, puesto que a todos nos venía muy bien la situación.
José María Hernández García