AL vez cuando el Ave Madrid-Lisboa esté en marcha se habrán inventado otros trenes más cómodos, veloces y limpios que este modelo, pero en cualquier caso, será bienvenido y seguro que atraerá cientos de turistas, inversores y visitantes a nuestra región.
Pero mientras llega este momento tan ansiado, ¿qué hacemos? Si los esfuerzos que se han dedicado a discutir por el Ave, se hubieran destinado a mejorar las vías y trenes actuales, quizá ya tendríamos esos visitantes que deseamos, esa mejor comunicación con otras ciudades.
Porque hay mucha gente que está encantada de visitar Extremadura, pero cuando se dan cuenta de que para hacer un trayecto de 400 km tienen que pasar ¡6 horas! en el tren (y eso si no lleva retraso), es posible que se les quiten las ganas de volver. He pasado muchos años yendo y viniendo a Extremadura desde Madrid y sé de lo que hablo. He sido testigo de la desesperación y estupefacción de los viajeros cuando el tren, después de llegar a Plasencia, retrocede por el mismo camino por el que ha llegado y dos horas más tarde vuelve a hacer lo mismo en Mérida.
El verdadero progreso, desde mi punto de vista, no consiste tanto en estar a la última, tener el tren más veloz, un ordenador por alumno, ser los más modernos. sino en saber cuidar lo que ya tenemos y sacarle el máximo partido. En este sentido hay mucho que aprender de Portugal. La falta de desarrollo de Portugal, del que tan por encima nos hemos sentido, es quizás lo que ha permitido que nuestros vecinos hayan cuidado con tanto cariño su patrimonio, su cultura, su gastronomía, austera pero deliciosa. Tal vez Portugal no avance demasiado rápido, pero a mí me sigue conmoviendo comprobar que el pueblo más apartado, tiene sus calles adoquinadas y las fachadas impecables, un mercado de productos frescos y un par de restaurantes en los que disfrutar de platos sencillos y auténticos. En España, en los años 70 y 80, nos apresuramos en abandonar los centros de las ciudades, y nos fuimos en masa a la periferia, para tener un piso con ascensor. Si no hubiéramos crecido económicamente y no nos lo hubiéramos podido permitir, tal vez nos habríamos esmerado en conservar las casas y los monumentos de los cascos históricos. Tal vez, no, y la falta de cuidado con la que en general tratamos nuestras calles, gastronomía, patrimonio, vías y trenes, sea una cuestión de carácter. A saber.
IRENE CARDONA
Directora de "Un novio para Yasmina"
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