Desde hace unas semanas se viene hablando que la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, tiene en proyecto convertir el famoso monasterio de Yuste en un hotel. Los que hemos vivido próximos al monasterio y lo hemos pateado de niño, hacia 1947, cuando era una ruina arquitectónica, un montón de capiteles y columnas de los dos claustros y sólo se mantenían en pie las paredes de la iglesia y la residencia del emperador envueltas entre zarzas y matorrales, y seguimos su posterior y magnífica restauración a partir de 1949, por la Dirección General de Bellas Artes, hasta convertirlo en monumento muy visitado, gloria de Extremadura, símbolo de la austeridad del todopoderoso rey Carlos l de España, donde murió en 1558, rodeado por los hermanos jerónimos, consideramos este nuevo proyecto transformador como mínimo, sorprendente.
Conocemos la crisis de los cenobios por falta de vocaciones. Ya este monasterio acogió a los escasos hermanos del monasterio sevillano de San Isidoro del Campo (Santiponce) al clausurarse, pero transformar el espíritu monacal, religioso e histórico del monasterio en hospedería de lujo y ocio, cambiaría los orígenes de Yuste, que ha sido desde su fundación cobijo de ermitaños de la Vera, la paz, la meditación, la religiosidad, la enorme austeridad del más poderoso monarca y sus humildes siervos, los monjes. Este insigne monasterio recibió en el año 2007 el título de 'patrimonio europeo', que sólo tienen otros tres parajes españoles y bien merece un respeto su historia.
JESÚS GONZÁLEZ FERNÁNDEZ
FINCA LAS CHORRERAS CARCABOSO
Diario HOY
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