Mientras, poco a poco, el suave otoño comienza a mostrar su cara más fría, anunciando la entrada en los rigores de la nueva estación; un peculiar aroma a humo de fuegos de hogar me transporta a la casa de mis padres, a mi infancia; con sus momentos felices y desgraciados.
No sé si inexplicablemente, pero un 'flashback' sacude mis neuronas, y pienso que el tiempo en el que cada uno nace, la familia, nuestras decisiones y las circunstancias en que las tomamos personalizan y distinguen nuestra existencia; pero también lo es que nuestros sentimientos, el horror o el dolor nos hacen iguales, y como humanos y seres sociales, debieran hacernos empatizar con los que, como nosotros, han perdido a un ser querido, han sufrido por amor, se han equivocado y han hecho sufrir a los que queríamos, o se han coartado a sí mismos renegando de su felicidad por no dañar a los que estaban más cerca.
Y, así, esta película es la vida de los perdedores de la crisis, una clase media que alimentaban a sus familias, que compraron casas, que mandaban a sus hijos a la universidad...era gente que sabía su valor; y que van entrando en una espiral de miedo, ansiedad y angustia cuando ven que son sustituidos, y eso en el mejor de los casos, por otros como ellos, pero sin hijos, sin hipotecas, con sueldos muchos menores y condiciones de trabajo más leoninas.
Cuanto menos de hipócrita podría considerarse a los representantes socialistas y populares al escenificar ahora su comprensión y solidaridad hacia las víctimas del capítulo más sangrante del monumental escándalo de la banca española; pues como bien ha recordado interesadamente la Portavoz del Gobierno de Rajoy, cuando el PSOE gobernó hace ahora un año, o desgobernó, rechazó en sede parlamentaria la reforma de la Ley Hipotecaria que permitiera la dación en pago...con el apoyo del PP.
En este sinvivir del devenir diario, cual perfecto ecosistema que responde con exactitud a teorías evolucionistas de adaptación exclusiva del más fuerte; se ha expandido la idea de los privilegios, argumento que da pie a la sociedad a aceptar el castigo a los trabajadores que se habían alzado con condiciones especiales. Pero esta ola parece no tener fin, y ahora, cualquier funcionario, sanitario y profesor; y a este paso, cualquier perceptor de un subsidio de desempleo, serán tachados de privilegiados.
Lo peor es que los recortes, -y en muchos casos dudo de su necesidad-, bajan este listón a una velocidad de vértigo; y, finalmente, estar vivo será un privilegio suficiente para quitarte todos los demás.
José María Hernández García
1 comentario:
Quería comentarte en el 'Todo por nada' y he visto que lo tienes repetido. No sé si por error o por decisión propia. Entrando en el tema, comentar que poco se puede decir al respecto, nada más que es muy duro ver cómo se cargan el estado del bienestar en pro de los intereses de un grupo de oligarcas-mafiosos, que acumulan su riqueza a base de especulación y falta de sentimientos. Imagino que, al final, todo va a estallarles en la cara porque la sociedad está muy cansada y muy decidida a movilizarse. No todo iba a ser malo. Seguro que juntos logramos nuevamente el cambio. Esto es intolerable.
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