"Somos pimentoneras, todas sabemos coger pimientos". Así arranca el estribillo de una conocida canción de ronda que se ha ido transmitiendo de generación en generación entre los habitantes de los pueblos de La Vera. Esta es una simple muestra folclórica de lo arraigado que está el cultivo, manejo y elaboración, del pimiento para pimentón en una amplia zona de la provincia de Cáceres, compuesta por medio centenar de municipios ubicados en La Vera y El Campo Arañuelo, junto con los valles de los ríos Alagón y Ambroz.
Estamos ante un producto único en el mundo, debido a su aroma, bouquet y estabilidad del color rojo, cuyas cualidades organolépticas son capaces de encandilar los paladares más sibaritas. Se trata de una especia que llegó a Extremadura de la mano de Cristóbal Colón, a través del Monasterio de Guadalupe, hasta donde fue llevada por el descubridor de América, con motivo de un importante acontecimiento que tuvo lugar en la villa guadalupana, relacionado con el bautizo de unos indios, en presencia de Los Reyes Católicos.
Posteriormente serían los monjes jerónimos que se encontraban al frente del cenobio de la Puebla, los encargados de llevar las semillas del denominado oro rojo hasta el Real Monasterio de Yuste, a mediados del Siglo XVIII. Cien años más tarde el cultivo se generaliza en la zona y empieza a ser transformado industrialmente, construyéndose en torno a esta nueva producción agrícola molinos equipados con ruedas de piedra, junto a las corrientes de agua de las gargantas veratas, para la trituración de este genuino producto, utilizado como condimentación, en múltiples platos, sin olvidar el importante papel gustativo y de conservación que juega en la industria chacinera.
Paralelamente la gastronomía se ve potenciada en sabores y variedad, La Vera se llena de olor a pimentón durante la época de molienda en los últimos meses del año, y el cancionero popular se enriquece con composiciones de autores anónimos, que hablan de amores y situaciones picarescas, relacionadas con el pimentón, y a veces la molinera.
Así con estos antecedentes llega el Viaje de la semana a la finca Mesillas, propiedad del Ayuntamiento de Aldeanueva de la Vera, en un día de fina lluvia de otoño, que humedece el ambiente y hace olvidar los calores del verano que se aleja en el calendario. Ahora los agricultores se afanan en poner a punto las lumbres, que alimentadas con leña de roble o encina, se convierten en potentes puntos de humo y calor, que suben a través de un enrejado hecho con cintas de madera de la primera a la segunda planta de los secaderos. Una hilera de edificaciones de dos plantas echan humo por las techumbres cubiertas con tejas curvas, que permiten la salida de los gases que produce el fuego.
En la estancia baja, cuadrangular, gruesos maderos proporcionan calor y lumbre que al ascender disminuye la humedad del pimiento de un 80%, que tiene al ser arrancado de la mata, hasta el 15%, que presenta cuando es machacado. Desde la entrada al secadero, hasta el punto óptimo de secado, median varios trabajos, entre los que se encuentran los relacionados con las labores de volteo , que resultan "fatigosas", a la hora de realizarlas, por las condiciones de humo y calor que hay en el habitáculo, señaló Miguel Aparicio, colono de Aldeanueva, que lleva toda la vida "en esto del cultivo del pimiento", y lo que sabe acerca de esta tradición lo aprendió de su padre.
Así podríamos seguir repasando la cadena del tiempo, para llegar a la conclusión de que se trata de un cultivo tradicional, que ha ido pasando de una generación a otra conservando los trabajos esenciales, que le hacen único en el mundo, debido al secado tan peculiar de leña y humo a que es sometido. "No es que sea rentable. Este año ha bajado quince céntimos en kilo, pero no hay otra cosa", apunta Aparicio mientras atiza la lumbre.
En términos parecidos se expresa Ángel Gilarte, mientras observa el punto que alcanza el secado, para proceder a machacar el pimiento. Entre las variedades más conocidas "están, la bola, que es el pimiento dulce, con un periodo de secado de quince días; Jaranda, que se convierte en pimiento agridulce, jariza y bellotero, que es el autóctono de toda la vida, pero que ya casi no existe". Otra variedad que ha disminuido mucho, en lo que se refiere a cultivo, es el picante.
De toda la producción de pimiento para pimentón que se lleva a cabo por métodos tradicionales, 3,2 millones de kilos saldrán en breve al mercado bajo el marchamo de la Denominación de Orígen Protegida, que garantiza a los consumidores que están ante un producto auténtico.
Pero hasta llegar a la finalización de la campaña hay que pasar por diversos capítulos previos, cuyo prólogo está en febrero, con la siembra de los semilleros, seguida del posterior trasplantado a las parcelas, y una retahíla de labores que conocen muy bien los agricultores de la zona productora de pimentón de La Vera, con sabor a humo y encina, a trabajos profundos de generaciones anteriores a la de Miguel y Ángel, Justo Parrón, José Luis... y tantos otros que configuran la lista de productores de pimiento.
Faustino Martín
El Periódico Extremadura