Almaraz y las compensaciones

El pasado 29 de diciembre el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara anunció en la Asamblea de Extremadura su intención de condicionar la continuidad de la Central Nuclear de Almaraz (CNA) más allá del año 2010 -fecha en que finaliza el permiso de explotación- a la existencia de una compensación económica no inferior a 600 millones de euros que se destinaría a inversiones en regadíos y en las zonas tabaqueras y olivareras del norte de Cáceres. Tras las negociaciones del consejero de Industria, Energía y Medio Ambiente con las empresas propietarias de la central (Iberdrola, Endesa y Unión Fenosa) se da por hecho que la CNA fijará su domicilio fiscal en Extremadura, con el correspondiente beneficio para la región, que podrá cobrar el IVA sobre la energía producida, además de quedar abierta la vía para fijar posteriormente un plan de inversiones que completen la compensación. Pero más allá de la fórmula técnica que se acuerde con los propietarios de la CNA, lo que parece razonable es la aplicación del principio de concordancia entre el lugar donde se produce el bien y donde se tributa por él. Y con más motivo cuando se trata de una producción que entraña riesgos y cuya continuidad puede resultar clave para garantizar la independencia energética no de Extremadura, excedentaria en la materia, sino de todo el país. El concepto de compensación económica tampoco es nuevo. Cáceres ya percibió en los primeros años de vida de la central un 'canon energético' que contribuyó al desarrollo provincial. Por otra parte, las empresas hacen bien aveniéndose a negociar y la Junta hará bien recordándoles que la C.N. de Almaraz además de producir electricidad, es un almacén que alberga en las piscinas todos sus residuos radiactivos de alta intensidad, pendientes de traslado a un tipo de emplazamiento definitivo aún por determinar. Otro motivo más que justifica la necesidad de las compensaciones económicas. Editorial Diario HOY