Joan Maragall aludía en su "Oda a Espanya" a la decandencia que en 1898 sufría España, con las pérdidas de las últimas colonias de ultramar, Cuba y Filipinas. Pero este canto, es todo él una alegoría de la fuerza que por entonces ya entonaba un incipiente sub-Estado con aspiraciones independentistas.
Han pasado 115 años y a pesar de las múltiples vicisitudes habidas, y de las diferentes formas de 'entender' España; Cataluña siempre estuvo por delante, sabiéndose hipócritamente poseedora de la subyugación a la que podía someter al resto del país. Esa tierra áspera que alaba el poeta es inteligente... Pero el cierre de hospitales y de recortes sin precedentes en su historia, le han hecho volver a mercadear como mejor sabe... Por fortuna para los unos y para los otros, al final todo seguirá igual. Al tiempo.
El País Vasco es caso aparte. Junto al poder de las armas, se pactó un sistema fiscal clamorosamente injusto y de un extremo agravio comparativo con el resto de las regiones nacionales. El ninguneo al que siempre sometió a los sucesivos Gobiernos democráticos dice mucho del peligro que acecha a la sociedad en general con un más que probable lehendakari abertxale; y una legislatura de transición, de prueba en este ambiente, no es seguro que sea ejemplo para curar a cerriles mentes que ya empiezan con la pantomima en una adelantada precampaña electoral.
Lo importante, lo grave, lo urgente ahora para todos es que los políticos, de verdad, respondan a sus votantes la pregunta que hace unos días se hacía en un interesante artículo del diario El País César Molinas, ¿Cómo es posible que, tras cinco años de crisis, ningún partido tenga un diagnóstico de lo que pasa en España ni una estrategia coherente para superarlo?
José María Hernández García
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