CUACOS DE YUSTE

Hermosa vista general de CUACOS DE YUSTE

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Un hombre de 27 años fallece en la localidad pacense de Calamonte al ser arrollado su coche por un tren en un paso a nivel sin barreras. Por otro lado, Errejón propone blindar PODEMOS para que no se fusione con IU, propuesta que firman cinco miembros más de la ejecutiva podemita.

MI OPINIÓN: "EL AGUIJÓN CON LA PALABRA"


Es obvio, ni que decir tiene, que todos debemos apoyar al amigo, especialmente en los momentos difíciles. Sin embargo, en España, y en contra de esa afirmación, parece que se actúa al revés. Un dantesco 11 de marzo de 2004 se producen atentados en cadena en la capital del Estado, en Madrid; símbolo de democracia y de consenso. Sin embargo, un Gobierno en funciones, es dejado y abandonado por el pueblo, pese a estos trágicos sucesos, que se saldan con 191 fallecidos. Ni Presidente electo del hasta entonces partido de la oposición, digamos un tal José Luis Rodríguez Zapatero, ni mucho menos, otros más a la izquierda, mueven un dedo para apoyar al Gobierno democrático, legal y limitado "en funciones" en estos momentos que tanto lo necesitaba. Al margen del contexto ideológico-político, es obvio que España entera había sido atacada por los asesinos yihadistas; sin embargo eso, nada...España parece no importar...

Este año, de momento, son ya dos los lamentables atentados que nuestros vecinos del norte, Francia, han sufrido; el último, ayer viernes 13 de noviembre, con un resultado provisional de 128 muertos. El Presidente 'socialista' Hollande y su Primer Ministro, el español Valls, decretan lo normal: tres días de luto nacional, y extraordinariamente un cierre de todas las fronteras (nunca antes había sucedido desde la Segunda Guerra Mundial) y declaran un Estado de Emergencia, en el que por supuesto, se limitan algunos derechos fundamentales a los ciudadanos.

Podría ser un gran ejemplo para España, pero aquí, inexplicablemente, y Dios no quiera ponernos a prueba, volverán a cometerse crasas atrocidades auspiciadas por el desencanto que un Gobierno de turno pueda inspirar, o por la lástima que puedan provocar refugiados subvencionados, y es sólo un ejemplo.

José María Hernández García

LA ATENCIÓN EN LA OPINIÓN

"Alguien tan simplón y chiflado como esos estudiantes londinenses censores de los “filósofos blancos”. No alguien razonable y enérgico capaz de decir alguna vez: “No ha lugar ni a debatirse”, sino un insensato tan exagerado como aquellos a los que combate. Cuando se cede el terreno a los tontos, se les presta atención y se los toma en serio; cuando éstos imponen sus necedades y mandan, el resultado suele ser la plena tontificación de la escena. A unos se les enfrentan otros, y la vida inteligente queda cohibida, arrinconada. Cuando ésta se acobarda, se retira, se hace a un lado, al final queda arrasada".

Javier Marías, en su artículo "Cuando los tontos mandan"

LA FRASE CÉLEBRE

"Lo que se sabe sentir se sabe decir".

Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) Soldado, novelista, poeta y dramaturgo español; el más universal de todos los escritores de España.

LA DOSIS DE HUMOR INTELIGENTE

LA DOSIS DE HUMOR INTELIGENTE
ABC

domingo, 12 de abril de 2009


El mundo roto

Debe el alma crujir como los cascotes de un edificio hundido. Con un lamento seco, hueco y desconcertante, como el sonido de un bate certero que golpeara la fragilidad de los recuerdos. Caminar entre los escombros de la intimidad ajena tiene algo de profanación, de violentar sin querer lo sagrado, lo inconfesable; pisar sobre secretos obscenamente expuestos, aplastados, deformes, retorcidos entre hierros y cemento. Entre los restos de las viviendas de L'Aquila alguien ha colocado un crucifijo. Mis pisadas eluden trozos de cama, ropa dispersa, un ordenador, un peluche verde pistacho. El terremoto ha convertido pueblos enteros, miles de viviendas, en sarcófagos de escombro. La inversión de tantos años es ahora una tumba que habrá que seguir pagando; los bancos no perdonan. Y ahí, bajo la montaña de cemento roto, han quedado atrapadas casi trescientas almas. Como la de Francesca, a la que su novio Gianni quiso proteger rodeándola con sus fuertes brazos. Cuando los bomberos separaron delicadamente sus manos, no fueron capaces de decirle que llevaba veinticuatro horas abrazado al cadáver de su novia. Fatalidad y suerte que se administran a capricho. En cuanto sintió el temblor, y entre la oscuridad de un infierno de alarmas y ambulancias, un hombre salió a buscar a su hija. Orientándose por la luna localizó la casa, totalmente hundida; calculó dónde estaba su habitación y entró; trepó por los cascotes separando las piedras y gritando su nombre. De repente, entre el escombro, una mano inmóvil. La agarró con todas sus fuerzas y tiró de ella. Pudo salvarle la vida. Como un inesperado test de grandeza y miseria, las catástrofes dan la medida de nuestros límites. En San Gregorio, Onna y Paganica, decenas de ancianos permanecen sentados en sillas plegables frente a lo que fueron sus casas. Mirándolas en silencio. Nadie puede convencerles de que se muevan de allí; no saben estar en otro lugar. La policía les protege y setecientos militares hacen rondas para evitar los saqueos. En Italia llaman «chacales» a los ladrones que acuden al reclamo de las desgracias para hacer botín. Pero son los menos. En la mayoría de los casos el terremoto ha activado la necesidad de ayudar. En todas partes he visto bomberos que, aunque agotados, persistían en la búsqueda, movidos por una intuición, por el coraje que les impedía desistir; espeleólogos que se han metido en espacios milimétricos donde apenas había oxígeno, para llevar agua y colocar un collarín a un superviviente; médicos capaces de operar a un niño a pesar de las réplicas del terremoto que zarandeaba la tienda de campaña, el gotero, la mesa y les obligaba a esperar durante unos segundos, para continuar después; voluntarios que buscaban insulina para los diabéticos, repartían miles de bocadillos o, simplemente, escuchaban. En los campamentos la gente hace cola para el aseo. Lleva la misma y maldita ropa de la noche del terremoto; salvo eso, todo lo demás les confiere el aspecto de un extraño, uniformado y fracasado ejército: mirada perdida, mismo cepillo de dientes, misma toalla, mismas zapatillas y mientras esperan su turno se hacen a la idea de tantos nombres, sonidos y olores que nunca volverán. Es una fila de tristeza infinita. Junto a ellos juegan los niños, porque los niños siempre juegan, aunque el impacto les haya robado las preguntas. No pueden entender este nuevo mundo de tiendas de campañas azules donde no está mamá, ni sus juguetes, ni la profe. Algunos llevan días sin hablar y se niegan a comer. Para sus padres se han convertido en un enigma. Por eso todas las tardes asoman por sus tiendas un equipo de médicos disfrazados de payasos. Sólo con ellos toman la merienda, sólo a ellos hacen preguntas. Su nariz roja y redonda, les hace creer que el mundo no se ha roto del todo. MARISA RODRÍGUEZ PALOP, periodista Diario HOY

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