
El último cruzado
de Louis de Wohl
Una excelente novela sobre el héroe don Juan de Austria
Fue don Juan de Austria un héroe, un hombre al que las elegías se le ajustaban a la perfección. En las antípodas del ideal de una vida tranquila y pausada, siempre se mantuvo –por expreso deseo y convicción- en primera línea, allá donde se escriben las páginas más gloriosas de la Historia. De esta forma lo encontramos al frente de la gran Armada que infligió a los turcos su mayor derrota en décadas. Siglos más tarde, Chesterton escribiría su archifamoso poema, homónimo de la batalla, en el que resaltan algunos versos: ¡Vivat Hispania! / ¡Domino Gloria! / ¡Don Juan de Austria / Ha dado libertad a su pueblo!
Y de Lepanto a Túnez, que se propuso conquistar desde La Goleta, empresa que acabó acorde a sus deseos. Y de Túnez a Italia, donde fue enviado por su hermanastro, el gran Felipe II, para pacificarla y poner orden en tal avispero de intereses. Y de allí a los Países Bajos, uno de los frentes más sangrantes del Imperio, destino donde su vida conoció el ocaso, llegándole la muerte el 1 de octubre del año 1578.
El maestro de la biografía, Louis de Wohl, presenta ahora ésta sobre el héroe, en la querecrea la vida intensa de este personaje. Como siempre, la escritura es viva y brillante, lo que no deja lugar para el aburrimiento academicista.
Sobre el autor
Louis de Wohl
La literatura de Louis de Whol (1903-1961) es la historia de su vida, y la historia de su vida es la historia de una conversión más profunda en su fe.
Nació y vivió en Alemania hasta 1935, cuando le llegada de Hitler al poder le impulsó a iniciar una nueva vida en Inglaterra. Allí participó en la Segunda Guerra Mundial, llegando a ser capitán de la armada británica.
Hasta entonces su literatura consistía en novelas de suspense o historias de aventuras. Un día el cardenal Schuster, de Milán, le dijo: “Deje que sus escritos sean buenos. Por sus escritos será un día juzgado”. Y decidió servir a Dios con su literatura. Pronto se dio cuenta de que la gente necesitaba modelos, por lo que pensó que el mejor ejemplo era el de los santos.
José María Hernández García
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