LOS partidos están a punto de dar otra vuelta de tuerca al reglamento del Congreso para estrangular su espíritu, despreciar el buen uso del dinero público e, incluso, defraudar a sus votantes. Las normas de constitución de la propia Cámara, aprobadas en su día por todas las fuerzas políticas, exigen a las mismas tener un mínimo de quince diputados para tener grupo parlamentario. Como segunda alternativa, se requiere que cuenten con cinco escaños y «al menos, el quince por ciento de los votos correspondientes a las circunscripciones en que hubieren presentado candidatura o el cinco por ciento de los emitidos en el conjunto de la Nación». Izquierda Unida, ICV, ERC y BNG no cumplen ningún requisito legal para tener grupo parlamentario propio, aunque -«hecha la ley, hecha la trampa»- estén dispuestos a sumar votos y porcentajes para montarse a costa del presupuesto un Grupo Mixto bis para los tres primeros por medio del «préstamo» de los dos parlamentarios del Bloque, que luego, después del verano, se irán al Grupo Mixto verdadero. Así habrán logrado todos multiplicar por dos o por cuatro el presupuesto y el tiempo de intervención en los debates que le habían otorgado las urnas por voluntad de los ciudadanos. Aunque a Rodríguez Zapatero le convenga tener contentos a sus aliados nacionalistas y de izquierdas más fijos de la pasada legislatura porque en ésta también los necesitará, no debe suplir con trampas las consecuencias de un hecho decidido por los votantes cuando prefieren de forma tan mayoritaria apoyar a los dos grandes partidos de ámbito nacional -PSOE y PP sumaron el 84 por ciento de los votos en las últimas elecciones- y respaldar, cada vez a más distancia, a sólo dos grupos nacionalistas: CiU y PNV.
La generosidad de nuestra peculiar ley electoral otorga representación parlamentaria a partidos que no llegan al uno por ciento del cómputo nacional, pero retorcer los reglamentos para inventarse grupos parlamentarios de cinco diputados y tres partidos es un fraude además de una frivolidad. En Galicia, por ejemplo, compitió IU con el BNG. Si se iban a unir, los votantes tenían derecho a saberlo. ¿Por qué no se presentaron a los comicios en coalición? Presupuesto aparte, equiparar luego en los debates el tiempo de intervención de todos los grupos por igual le puede venir muy bien al Gobierno y mal a la única oposición que aspira al relevo en el poder, pero además es un fraude a la propia vida parlamentaria. El presidente del Congreso, José Bono, no debe arreglar con trampas los problemas de estabilidad de Zapatero ni los de supervivencia de todos los grupos de izquierda, por muy nacionalistas que sean. El invento de los grupos mixtos es un fraude al reglamento del Congreso, al contribuyente y al conjunto de los votantes.
Editorial del ABC
Domingo, 6/Abril/08
1 comentario:
Este editorial está lleno de razón, basta ya de dar fuerza a partidos que no la han logrado en las urnas
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