
El Real Madrid volvió a recurrir a la épica y a la casta para proclamarse campeón de Liga. Con 10 jugadores durante toda la segunda parte, a siete minutos del final perdía por 1-0, pero en dos minutos, con sólo nueve futbolistas sobre el terreno de juego por la lesión de Heinze, que fue quien provocó el inútil penalti para Osasuna, consiguió los dos goles que necesitaba y certificó la conquista de su 31º título, el segundo consecutivo. Tuvo que ser Higuaín, uno de los principales artífices de la Liga anterior, el que diese el heroico triunfo al Madrid en el difícil campo del Reyno de Navarra. La increíble victoria madridista fue esta vez más que merecida, porque el equipo de Bernd Schuster dio una lección a Osasuna en inferioridad numérica tras el descanso y sacó su orgullo cuando lo tenía todo perdido. No quería esperar el Madrid al Barça para cantar el alirón. Prefería adjudicarse el título de forma matemática a lo grande, y como mejor puede saborearse. Con remontada en una recta final trepidante, y con una autoridad absoluta en la segunda mitad.
Diario HOY
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