
"El agua habla sin cesar y nunca se repite". Con esta cita de Octavio Paz, el Rey inauguró anoche la Expo de Zaragoza, cuyo objetivo es sensibilizar al mundo sobre este «recurso precioso e insustituible para el hombre y la tierra». Acompañado por la Reina, los Príncipes de Asturias, la Infanta Doña Elena y los Duques de Palma, y ante unos cinco mil invitados, entre ellos los presidentes de México y de Portugal, los primeros ministros de Marruecos y Andorra y los representantes de las altas instituciones del Estado, el Rey afirmó que la Expo ha sido «fruto de un gran esfuerzo colectivo» y felicitó a «cuantos habéis aplicado lo mejor de vuestro empeño».
A los aragoneses les dijo que «los demás españoles compartimos el orgullo» de haber alcanzado esta meta, una Exposición «llamada a ser todo un éxito». Afirmó que Aragón es «clave para entender la identidad de España» y destacó el empuje y la «visión de futuro» de esta tierra «en la construcción de una España moderna, democrática, abierta y solidaria».
Con estas palabras, el Rey puso fin a la ceremonia de inauguración, que había empezado con el himno nacional, y dio paso al espectáculo. Pero antes había intervenido el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quien aprovechó para revindicar una nueva cultura del agua y reclamar grandes pactos en torno a ella.
El alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, se felicitó por el resultado de nueve años de trabajo y tuvo el detalle de citar a quienes participaron en este «sueño colectivo», desde los tiempos del PP, que han permitido «construir una nueva Zaragoza».
Hasta ayer, entre los zaragozanos se vivía con optimismo la llegada de la Expo, para cuya inauguración se acreditaron 700 periodistas de 46 países. Los más de 2.200 millones de euros invertidos en tres años han renovado la imagen de esta ciudad, que habla de paz en torno al agua el mismo año que conmemora el bicentenario de la Guerra de la Independencia. Entre los zaragozanos cundía ayer el ambiente de optimismo por la proyección que su ciudad va a experimentar. En gran medida, ya lo ha hecho. Las infraestructuras construidas en estos tres años eran impensables sin un evento como éste.
Anoche, el presidente de la sociedad estatal Expoagua, Roque Gistau, por fin pudo dormir tranquilo, después de todos los inconvenientes que ha tenido que afrontar en las últimas semanas, con la crecida del Ebro y una huelga de transportes que amenazaban con empañar la fiesta. Esta llegó después de los discursos. Las últimas luces del día se apagaban y se despertaban las del espectáculo. El fuego, al final, certificó la inauguración de la Expo del agua con la que Zaragoza se abre al mundo en el más cosmopolita de los ambientes que ha vivido hasta la fecha.
Roberto Pérez
ABC
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