La irresponsabilidad del Monarca

Las recientes declaraciones del Rey, recogidas por una periodista en círculos privados, pero no por ello menos sorprendentes, han causado una auténtica convulsión. Se referían a la persona de José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno y secretario general del PSOE. Según la prensa -no desmentidas por la Casa del Rey sino puntualizadas acerca de que fueron extraídas de una conversación privada-, el Jefe del Estado calificó al jefe del Ejecutivo como hombre “íntegro” y de “profundas convicciones”, lo que hace pensar que el monarca tiene suficiente y sólida base para respaldar lo que tan inequívocamente ha manifestado. Ahora bien, sin entrar en partidismos, utilizando únicamente el rasero del sentido común, se hace bien difícil, por no decir imposible, imaginar que alguien, con la máxima relevancia institucional, haya podido atribuir virtudes que califican moralmente con tanta contundencia a quien en el plano político, con su actuación, ha desmentido de forma radical los calificativos suscritos de palabra por el Jefe del Estado. De sobra sabemos que éste, a efectos constitucionales, es irresponsable; lo que no aventurábamos de ninguna manera es que también lo fuera a efectos personales. La trayectoria de José Luis Rodríguez Zapatero, pasando por encima de preferencias o matices de menor importancia que entran en el terreno de lo opinable, ha dejado en el Gobierno de España una estela de pronunciamientos, recogidos hasta en la ley, que ha puesto a los españoles, y al respeto debido a su memoria, a los pies de los caballos. Además, ha sido el autor de un proyecto de negociación con ETA que, aunque se le ha llamado así, en realidad ha devenido en una entrega, en bandeja de plata y sin medida, de la honra, de la sangre, de las mutilaciones y de la vida de cientos de españoles a unas hienas sin entraña que de antemano se sabe, sin contrapartida posible, que sólo quieren territorios que no son suyos, sino de la nación secular cuya administración y gobierno corresponde al destinatario de las palabras del monarca. Rodríguez Zapatero, el hombre “íntegro” en la apreciación del Rey, ha sido, por otra parte, testarudo y hasta propagador de enfrentamientos entre españoles por asuntos que afectan a sus mínimas necesidades, como el agua para regar o para beber, negándose insistentemente a poner en marcha un plan nacional de embalses, presas y trasvases que mitigue el problema allí donde sea más acuciante, y no abordándolo a base de chapuzas propias de un país tercermundista o sin recursos, incluso mediante barcos cargados en el extranjero. Eso sin contar con su entusiasta apoyo a todo aquello que en materia educativa, lejos -como se dice pretender- de formar a un ciudadano, más parece que lo que busca es producir un individuo piloto de la más aberrante condición intelectual y moral, siguiendo esta última no ya en su versión religiosa sino objetiva. José María Hernández García