El Emperador Carlos V conoció la Europa central. Viajó al Reino Unido de Enrique VIII y Catalina de Castilla. En Roma sus ejércitos invadieron y devastaron la ciudad bajo las órdenes del Duque de Alba.
De Barcelona a Génova, de Bélgica a Cantabria fueron pasajes que atravesó en barco el Emperador. El milanesado, en su juventud guerrera contra Francisco I, el marido de Leonor de España, fue sitio triunfal para Carlos V. Austria y las zonas regentadas por su hermano Fernando quedeban en la lejanía cuando Lutero se apartó de la zona imperial.
Los caminos recorridos por Adriano VI, se preceptor juvenil y gobernante de Fernando V, fueron seguidos por el Emperador desde Cantabria hasta Tarragona. Aquisgrán en el recuerdo de Carlo Magno, para el Emperador fue un punto de mira en la Europa del siglo XVI.
Los banqueros europeos de Florencia, Génova y Venecia sabían con anticipación, porque ellos adelantaban dineros, los recorridos planeados por Carlos V.
El primer camino desde Asturias a Tordesillas, en la juventud del Emperador, significó mucho para el aprendizaje del castellano y de las costumbres castellanas.
El recorrido póstumo desde Laredo pasando por Burgos, Valladolid y Tornavacas hasta llegar a Jarandilla, debió evocar en la mente del Emperador, una vez tranquilo en Yuste, muchos recuerdos de sus caminos por los mares y tierras de Europa.
Valentín Soria Sánchez
Opinión, sección Tribuna de
"La Crónica de la Comarca de la Vera"
Marzo de 2008
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