“Me aburren los ateos. Siempre están hablando de Dios”, escribió Heinrich Böll en Opiniones de un payaso. Los santurrones del ateísmo aprovechan la Semana Santa para exudar sus obsesiones y afirmar, como si de un dogma se tratara, la pérdida del sentido religioso y la paganización de las fechas en que los cristianos conmemoran la pasión y muerte, también la resurrección, del Hijo de Dios vivo.
Es verdad que se producirán estos días cerca de veinte millones de desplazamientos en España. Es verdad que la calidad de vida llevará a muchos millones de personas a pasar estos días de vacaciones en la costa, en la sierra, en el campo, en las segundas residencias. Es verdad que se ha perdido, gracias a Dios, el gesto adusto y firme, el ademán del catolicismo oficial durante los largos años de la dictadura.
Pero también es verdad que todos los templos españoles se abarrotarán, sobre todo de gente joven, durante los oficios de Semana Santa. Es verdad que las procesiones serán un año más la savia renovada del sentimiento religioso. Es verdad que durante muchos meses decenas de millares de cofrades han preparado los pasos, limpiado las imágenes, arreglado los cirios y la candelería, entrenado a los costaleros, desempolvado los capirotes, planchado los hábitos y arreglado las sandalias del pescador para rendir su propio homenaje a unas creencias que adensan sus raíces en los siglos. Durante estos días de Semana Santa estamos viviendo otra vez entre cristos y dolorosas, entre saetas sin carcaj y crucígeros con pecado, entre penitentes, andas, tazañas y tarascones, andaderos, sayones y nazarenos.
España es un año más durante la Semana Santa una explosión de fe religiosa, pese a quien pese y al margen de los vaticinios ateos y de los sociólogos sectarios. En los próximos días de Jueves y Viernes Santo, de Sábado de Gloria y resurrección, millones de españoles buscarán el reeencuentro con la palabra, con el Verbo, que se hizo carne y habitó entre nosotros. Y buscarán al Cristo, como el alma de San Juan de la Cruz: “¿Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido?”.
Luis María Anson
de la Real Academia Española
El Imparcial.es
18/Marzo/08
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